La mía es una historia que transcurrió, en buena parte de sus episodios, en un contexto, cuanto menos, diferente: entre vagones de metro.
Comencé mi andadura, hace ya más de 6 años, preguntando al personal de seguridad de Puerta del Sur la parada exacta de mi Universidad; Juan de la Cierva me contestó. A partir de ahí ha sido todo una sucesión de andenes, estaciones y vagones; de sueños, sonrisas y lágrimas; de amores y desamores....
Nuestra historia comenzó, como no, plagada de tonteos en nuestro vagón, hasta que durante los diez minutos que pasábamos juntos atravesando las estaciones de Leganés y Getafe, tras nuestro segundo examen universitario, sucedió; destapamos lo que a la postre ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, pero que como todo lo bueno, no es eterno...
Desde entonces no hemos dejado de desplazarnos en el escenario que vio nacer nuestra relación; de rememorar día a día aquél momento en que nuestros labios se juntaron por primera vez...
Sin embargo, circunstancias de la vida, caprichos del destino, o como se quiera expresar, tras nuestra ruptura volví a nuestro vagón, pero esta vez solo, intentando no demostrarle la tristeza que me invadía en ese momento. No era lo mismo. Aquel lugar que nos vio nacer, se tornaba lúgubre y sombrío. En contraste, yo me sentía agusto, seguro, arropado en aquel montón de acero que se desplazaba hacia una nueva identidad que hasta ahora, ha ido poco a poco apoderándose de mí....
Hoy, día de Nochebuena, escribo orgulloso haber podido compartir de nuevo contigo aquél escenario tan especial, pero esta vez, decorado con tintes de una amistad que por fin, hemos podido encontrar....
FELIZ NAVIDAD A TODOS
sábado, 24 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
A Dormir....
Seducciones en momentos en los que las emociones se reflejan en lienzos inacabados con trazos discontinuos. Amalgamas de colores mate que carecen del brillo necesario para iluminar un romance. Destinos que no se entrecruzan, sino que más bien se descubren extendiendo sus pasos en direcciones opuestas. Estableciéndome en pozos vacíos de oscuros fondos, donde los mercenarios de sueños avivan ténues hogueras que no intentan ni luchar contra la oscuridad que las rodea, recojo mi manto de miedos y sugestiones y me arropo con él, esperando que llegue un nuevo día, una nueva noche, que me devuelva el calor emocional que me permita prescindir de este odiado manto...
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