domingo, 10 de julio de 2016

Ser y sentir

Soy de los que siento. Siento sintiendo y siento no lamentarlo. Porque me vacío cada vez que dejo de creer que cada centímetro de mi piel tiene algo que expresar.

Me oigo lejos del  mar. Ya no busco caracolas que me llamen y no salte mi buzón de voz. No tengo sueños de salitre ni la arena blanca se pierde entre mis sábanas. Ya no navego entre corrientes y tropiezo entre la gente, que huye de sí misma, sin dirección pero con miedo. Me golpeo una y otra vez, corro cada vez más rápido, y a cada golpe, me siento libre, porque siento y no lo lamento.

Nunca entendí a aquellos de mente fría y corazón helado. Aquellos de tez imperturbable y mirada perdida, sin brillo en las pupilas. Yo soy de los que no conciben una emoción sin una lágrima, sin un nudo en la garganta, sin mariposas revoloteando nerviosas, con prisa por ver la luz… Me dan miedo y lástima aquellos que no se emocionan, aquellos cuyo corazón siempre late al mismo ritmo, cansino y perezoso, sin altibajos ni sobresaltos.

Soy de los que digo quién soy y luego pregunto, de los que no huyen, de los que se presentan tal y como son, desde el descosido de mis zapatillas hasta el mechón de pelo que nunca consigo “domar”. Soy de los que subo, bajo, salto, me agacho, lloro, río, canto… inspiro, respiro…


Soy de los que son, sin tapujos, siendo y sintiendo, viviendo. Soy yo, para lo bueno y para lo menos bueno.