Describes esa sensación como una pesadumbre teñida de resquicios de una pena que se niega a desaparecer. Te has abierto, y esa oscuridad que reinaba entre tus pensamientos, se ha disipado por completo. Has madurado, pero tu pena y tus ganas de que sea como era antes, hacen que quizá me lo tenga que plantear.
Llueve. Caminas con paso acelerado mientras tus pensamientos se atropellan en tu mente. Puede que sea peligroso, pero crees que es el momento. Crees que el tiempo que pasó ha sido suficiente para poder atravesar la barrera que tú mismo te impusiste. Estás seguro que tan sólo podrás sentirte bien si consigues sumergirte en el mar de emociones que se han ido acumulando durante todo este tiempo.
Logramos empezar a desenterrar nuestros mundos, prohibidos y peligrosos hasta este momento. Ha caído la primera piedra. Por ahora son pequeños pasos, pequeñas redes que comenzamos a desenmarañar. Pronto desembarcaremos en una realidad en la cual no caminaré con pies de plomo mientras consigo adivinar el verdadero sentido de tus palabras.
Luchas contra el miedo y el peligro. Al cruzar la calle, empapada por las gotas de lluvia que tras largos meses no te han abandonado, has pensado en ese momento. Ese segundo en el que con tan solo una pregunta, no te sentiste encadenada, y me mostraste que tu mundo, hasta ese instante difuminado e infranqueable para mí, comenzaba a adquirir un significado que ya podía por fin, empezar a comprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario