martes, 27 de septiembre de 2011

De prioridades...

Los momentos difíciles han llegado. Sé que yo siempre seré el mismo, a pesar de que las circunstancias de mi vida cambien, y nunca olvidaré cuáles son mis prioridades y lo que de verdad me importa. Sin embargo no puedo pedir que en ese aspecto, todo el mundo sea como yo. Yo lo aprendí a fuerza de errores y de pérdidas prácticamente irrecuperables, y, circunstancias de la vida, ahora me estoy planteando si puedo ser yo esa pérdida, esa antigua prioridad que queda reducida a un mero "sé que siempre estarás ahí, que no me vas a fallar, pero ahora necesito otras cosas/personas".
Pero yo, (a partir de ahora podéis llamarme "antigua prioridad"), puede que llegue un día en que reconsidere el cariz que ha ido poco a poco tomando mi vida, y la situación en la que me encuentro para con la persona que quiero. Puede que valore si merece la pena seguir haciéndome daño o si necesito un cambio.
Con esto no quiero poner trabas a nadie para que se desarrolle socialmente y crezca como persona; para que entable nuevas amistades, y vaya poco a poco conformando su vida.
Lo único que busco es saber si puedo seguir queriendo a esa persona y seguir teniéndola como mi prioridad número 1 (atenuado claro está por las circunstancias, no quiero ser un parásito ni una babosa), sabiendo que seré correspondido "prácticamente" con lo mismo.


Encontrar a alguien a quien amar y que te ame es difícil, pero más difícil es darte cuenta que ese amor está degradándose por alguna de las dos partes.

martes, 13 de septiembre de 2011

XOXO

Besos que al ser dados quedan reducidos a un mero contacto físico. Besos que perdieron su esencia en el momento que el sentimiento de bienestar mutuo entre el "besante" y el "besado" desaparece. Besos que no aparecen a escena salvo al saludar a alguien, como un mero trámite. Besos tristes por significar algo tan distinto a aquello para lo que fueron creados...

En este mundo escasean los (verdaderos) besos, las muestras de cariño sin un significado aparente, solo por el mero hecho de hacer saber a la persona receptora de los mismos que le importas, que estás ahí, y que quieres compartir el placer de besar y ser besado con ella.

Y no hablo de los besos entre parejas, que me imagino que esos no escasean, sino entre amigos, compañeros, familiares.... que deben ser más frecuentes, porque el cariño no solo es algo interior, sino que se debe exteriorizar, y qué mejor manera de hacerlo que besando.

Porque los besos son porciones del alma que compartidas crean llamaradas de felicidad.

Dicotomía realidad-felicidad

Deseos velados como fotografías mal reveladas. Sentimientos enquistados y almacenados en cajones vacíos que mi mente quiso (y no pudo) olvidar. ¿Dónde quedó la fuerza, el arrojo necesarios para poder decidir libremente el camino a seguir, sin importar lo demás? Es difícil, cuanto menos, apartarse de la realidad marcada durante tantos años y dar una vuelta de tuerca cuando estás cerca del final. Pero seguro que esa vuelta de tuerca, si de verdad es querida, vale más que todo el tiempo siguiendo una línea argumental de un "best seller" en el que no te sientes protagonista, aunque en teoría te pueda reportar mayores beneficios que el pequeño manuscrito que te empiezas a plantear escribir.
Cada minuto me intento autoconvencer de que no merece la pena tirar por la borda algo que se empezó a cimentar hace años, un edificio de ilusiones y desilusiones, pero donde no tengo seguro querer vivir el resto de mi vida. Sin embargo, busco cualquier excusa para poder pensar, expresar y navegar entre lo que de verdad podría colmar mis aspiraciones.


Es muy fácil escribir de ello y ponerlo bonito para que todo el mundo me anime a romper con lo establecido y buscar un futuro cercano a lo que me satisfaría. No obstante, la realidad es otra cosa, el tiempo empeñado, los sufrimientos padecidos, los golpes de luz que iluminaron algunos momentos...no pueden quedarse en el olvido y no cumplir la función para la que fueron encomendados....

lunes, 12 de septiembre de 2011

Un final que huele a comienzo.

Se amontonan los recuerdos que durante estos largos séis años se han teñido de experiencias vividas, de personas y momentos que ahora me acompañan. Crece la nostalgia, y lo que podía ser una mirada atrás con una sonrisa en la cara, se parece más a un triste vistazo a lo que pudo (o ni si quiera pudo), y nunca llegó a ser. Pero acaba mi tiempo rodeado de gente y empieza mi camino en solitario, esperando que la recta final rompa la barrera que me impide saber hacia donde ir.

Unos terminan, otros comienzan, y otros simplemente caminamos buscando algo que dé sentido al simple hecho de caminar.