Un minuto es suficiente para que todo cambie...un minuto que llena de vacío lo que gran cantidad de horas, días, meses e incluso años tardaron en llenar. Tras ese minuto, tras la asimilación de todas y cada una de las palabras que ocuparon esos 60 segundos, me vi inmerso en un mundo, una dimensión inexplorada: la soledad, ese sentimiento que te invade y se hace latente con más fuerza si cabe, cuando no la conoces, cuando no has sido presa de sus "encantos" durante mucho tiempo.
Así me encontraba yo, en un punto de no retorno, navegando en el mismo mar que hasta hace unos instantes me acogía como uno más, como parte de él, y que ahora me daba la espalda y se presentaba ante mí como un lugar inhóspito, vacío de cariño, vacío de amor, simplemente, vacío.
Sin embargo, esa sensación de soledad fue disipándose poco a poco, y comencé a vislumbrar algo que sí, durante todo este tiempo había permanecido junto a mí, pero que ahora necesitaba más que nunca: la verdadera amistad. Esta verdadera amistad, personificada en unas pocas personas (ellas saben quiénes son) hizo y sigue haciendo que en ningún momento me haya venido abajo y haya dejado de quererme y de creer en mí, pese a todo lo ocurrido. Han conseguido mantenerme siempre animado, y he sentido su reconfortante aliento aunque no estuvieran presentes. Y lo más importante, Han sabido ser mi apoyo incondicional y han conseguido mantener a la soledad alejada de mí.
Por todo ello, y aunque sé que no aceptan mis agradecimientos, ( por eso son tan especiales mis compis de fatigas y confidencias) tengo que como mínimo reflejarlo en este post, reflejar el hecho de que eternamente me consideraré un privilegiado por caminar de la mano de esta GENTE IMPORTANTE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario