domingo, 27 de noviembre de 2011

Oportunidades perdidas

Apareció de la nada, con un halo misterioso de luz ténue, cálido a la vez que ausente. Se acercó a ella por la espalda y sin increparla, llamó su atención con sus firmes pero delicados dedos, que acariciaron durante milésimas de segundo su piel blanquecina. Sobresaltada se dio la vuelta y allí le vio. Se presentó ante sus ojos como un hombre esbelto, de suaves facciones que irradiaban cordura e inteligencia y un aliento de melancolía, ataviado con un traje y camisa negros. Él le preguntó: ¿Tienes un momento? Ella, desconfiada, no respondió, e hizo ademán de irse, pero quizá el miedo, quizá la curiosidad, le impidieron moverse del lugar en que se encontraba.

Tras unos incómodos segundos, ella contestó y preguntó que qué quería a aquel desconocido.

- Bien, sólo quiero que me ofrezcas unos minutos de tu vida; unos instantes que aunque para tí serán insignificantes, a mí me resultarán esenciales para el devenir de mi existencia- comenzó él, ante la atenta e incrédula mirada de ella- he tenido una vida próspera y apacible, he formado una familia de la que me siento orgulloso, me he enamorado y he vivido desamores, pero hace unas meses, tras mi muerte, no conseguí llegar al descanso eterno, a volatilizarme y desaparecer. Intentando llegar a mi último sueño, un ente inanimado y prácticamente invisible apareció ante mí - No puedes acabar tu vida, porque tu vida no ha sido plena; no conseguiste en tus años de existencia como tal, conocer, si quiera intercambiar una palabra, a la persona a la que cada uno está predestinado desde su nacimiento; la mitad que cada uno busca insistentemente y cree haber encontrado en demasiadas ocasiones, pero que en muy pocas de ellas, es la verdadera, la que completa el puzzle de la vida.

Lejos de inmutarse por las lágrimas que comenzaron a brotar de mis ojos, debido a que comencé a entender, aquel ente continuó-  Antes de nacer, los cuerpos y las almas se dividen en dos partes idénticas, dotadas de un magnetismo atrayente para con su mitad, y se distribuyen a lo largo del mundo. Sin embargo, hay un momento en la vida, que las dos mitades se encuentran en el mundo, tienen un ligero contacto. Nadie tiene derecho al descanso eterno sin haber completado antes su existencia, sin haber logrado como mínimo conocer, a su correspondiente mitad, aprovechando ese escaso momento de unión. Dado que tu no lo has conseguido, te daré una oportunidad más, tienes un día entero para conseguirlo, y lograr el descanso eterno Sino, me sustituirás y realizarás mi labor, concediéndome a mí mi ansiado descanso. Como has debido intuir - continuó el citado ser- yo, no conseguí encontrar a mi mitad, y los muchos que se han encontrado en tu situación antes que tú, tampoco lo consiguieron, porque no consiguieron siquiera, examinando todas las personas que pasaron a lo largo de su vida, identificar a quién completaría su existencia.

Empecé a sentir como una sensación de alegría me invadía y como se empezaba a dibujar una sonrisa en mi cara. Yo sí sabía quien era mi alma gemela, mi mitad.

Y aquí me encuentro ante tí- continuó él, tras una pequeña pausa. Ella no había prácticamente pestañeado y había guardado un silencio sepulcral, durante el tiempo en que él estuvo hablando- 65 años después de la primera y única vez que te ví y en la que me dí cuenta q eras una persona fundamental en mi vida, aunque no te lo pude demostrar. Nunca he podido olvidar el momento en que nuestras miradas se entrecruzaron y tus brillantes ojos ultramar se clavaron en los míos. Una sacudida de vida y amor sacudió mi estómago, pero desgraciadamente, no lo supe interpretar en ese momento. Te pido perdón por no compartir contigo la vida que nos correspondía a ambos, y por no unir en vida nuestras dos mitades, para ser sólo uno. Lo único que te ofrezco es el poder descansar cuando llegue tu hora, sabiendo que, aunque tarde, nos hemos podido llegar a conocer.

Una pequeña lágrima comenzó a brotar de aquéllos inconfundibles ojos azul ultramar. En ese instante, él desapareció, se volatilizó, emprendió su viaje hacia el descanso eterno. La última imagen que se llevaron el uno del otro, en lo más profundo de su corazón, fue la de aquellas miradas cómplices y magnéticas.

Ella había recordado.

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