-No puede ser...¿De verdad eres tú?- Había vuelto a Madrid para disfrutar de un fin de semana, tras 8 años, en el que me entregarían un premio por mi tercer libro (ya el tercero, quién me lo iba a decir), titulado "El destino de tu mirada". No había querido avisar a nadie, sólo a mi familia más directa y mis allegados, porque pretendía coger el primer vuelo de la mañana del domingo, con destino a Praga, donde establecí mi residencia hacía casi dos años. Sin embargo, mientras daba un paseo una hora antes, por las inmediaciones del lugar de celebración de la gala en la que me entregarían el mencionado premio, me crucé con ella, quizá con la persona que menos pensaba (o tenía ganas de) encontrarme en mi visita express.
-¿Cuánto tiempo hace ya que te fuiste?- Ella fue la primera que me vio, me detuvo mientras yo intentaba pasar de largo con la esperanza de que no me hubiese visto. En el momento que me dí cuenta que no podría evitar esa situación, frené mis pasos, y me dirigí a ella como si acabase de notar su presencia.
- ¡Es imposible!- exclamé - ¡Ya 8 años sin pisar España! ¿Cómo te va todo? ¿Qué ha sido de tí? ¿A qué te dedicas?- Hice por parecer interesado en lo que había sido su vida desde que, hacía más de 8 años, nos despedimos en el aeropuerto, con lágrimas en los ojos, en lo que fue el comienzo de mi viaje hacia ningún lugar, un viaje para olvidar.
- ¡Qué ilusión verte de nuevo, de verdad!- me dijo- La verdad que la vida me ha ido muy bien. Comencé a trabajar en la empresa donde quería, tengo un gran salario, me casé tras 3 años de noviazgo con el hombre que te dije, y soy madre de dos hijos preciosos, no me puedo quejar. ¿Y tú? Que no te has dignado a escribir, ni siquiera para saber que te iba bien...
- Me alegro de que seas feliz- musité mientras miraba mi reloj, comprobando que quedaba apenas un cuarto de hora para el comienzo de la ceremonia- Yo me fui, como sabes, a Nueva York en busca de una nueva vida y para dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Trabajé en diferentes sitios mientras comencé a escribir y publiqué tres libros, que han tenido, por suerte, gran acogida. Ahora vivo en Praga con una mujer checa que conocí en Nueva York, y estoy aquí para recoger un premio por mi último libro, que por cierto, en 10 minutos me lo dan aquí al lado. Y, si nada extraño ocurre, me iré mañana de nuevo a Praga con expectativas de no volver en mucho tiempo.
Ella me había escuchado casi sin pestañear. Atisbé un brillo cristalino en sus ojos, pero no quise profundizar más en ello.
- Me alegro- susurró- te mereces todo lo bueno que te ocurra.-Se hizo un silencio incómodo, interminable, mientras los minutos pasaban y mi encuentro con ella se acercaba a su fin.
- He de irme - dije apretadamente - De verdad me ha hecho ilusión verte- ¿Ilusión? Esa no era la palabra, por lo menos no era la que definía la sensación de pesadez y tristeza que tenía en mi interior. Nos abrazamos muy impersonalmente y ella acertó a decir - Hazme saber cómo te va, por favor. Hasta siempre.
Nos separamos, y mientras me dirigía hacia el teatro donde sería obsequiado con el galardón, iba pensando que hice lo correcto abandonando todo lo que tenía, abandonando todo resquicio de su presencia. Sin embargo, me asaltaba la duda de si era realmente feliz, de si no hubiese sido más feliz con ella. Estaba seguro que mientras se alejaba, ella pensaba lo mismo.
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