Acudo a tí de nuevo y me recibes con esa sonrisa traviesa. Me recuerdas que ya me avisaste que volvería a tu territorio cuando peor se pusiera el camino. Pero no me guardas rencor, es más, me ayudas a sentir que, aunque sea durante estos momentos que compartimos confidencias, he de subir la barbilla y mantener la mirada al frente. Jamás caminar cabizbajo recordando los posibles " ...y si hubiera.." y lamentando no haberlos llevado a cabo. Me instas a que mis equivocaciones fortalezcan mi persona y allanen mi devenir, tan difuso, tan plagado de posibilidades que navegan entre mis pensamientos. Consigues que vuelva a creer y logras que dé las pinceladas que yo quiera no las que debiera, pese a que pueda estrellarme. Me aseguras que me ayudará a crecer.
Ya estamos aquí los dos, yo tecleando y tú recibiendo mis palabras, filtrándolas y dándolas un toque de tu estilo humorístico. Me has hecho reír y estamos consiguiendo que nuestra amistad sea cada vez más verdadera. Creo que empezaré a acudir a tí, no sólo para desahogarme y pedirte ayuda, sino para disfrutar haciendo algo de lo que más me gusta hacer: escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario