domingo, 8 de enero de 2012

Somos príncipes de los momentos.

Abres los ojos a nuevas realidades. Te ciegas con destellos desconocidos de emociones turbadas. Descubres cálidos y acogedores sentimientos prohibidos para tu otro yo. Absorbes lo que puedes, prácticamente nada porque no sabes qué es lo que se te viene encima. Te agobias. Respiras fuerte. Te agobias de nuevo pensando en una pifia mayor que todas las que llevas a tu espalda. Necesitas algo. Necesitas cumplir con lo pactado y rediseñar un nuevo plan, una nueva estrategia, que como siempre cumplirás a medias o ni siquiera eso.

Todo sigue igual. Nada cambia. La historia es la misma, nuevos capítulos, nuevas temporadas, personajes que se van, personajes que vienen, pero la trama argumental se muestra invariable, inalterable e inalienable. Quién sabe si merece la pena un cambio drástico de guión, pero por ahora, aunque intentado, nunca ha llegado a buen puerto.

Seguimos apareciendo al mundo como príncipes de los momentos, poetas que viven para el minuto que viene después y se desconectan de la realidad al pensar en el futuro. Somos los personajes para los que un día hicieron un papel. Somos únicos pero inestables. Somos, soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario