Una vivienda diáfana, sin amueblar, iluminada por una pequeña hoguera situada en su centro. Eso fue lo que me encontré al atravesar la desmembrada puerta. Nadie en su interior. Ni un atisbo de la dueña de la voz femenina que había escuchado con anterioridad y que me invitó a pasar.
Dí varias vueltas a la pequeña estancia con el fin de encontrar algún rastro, alguna pista, algo que probase que había escuchado aquellas palabras. Nervioso, sin saber qué significaba aquello, comencé a pensar que me estaba volviendo loco. Me acerqué a las escasas ascuas que quedaban de lo que en su momento pudo ser una bonita hoguera, y frente a ellas me dejé caer. No podía ordenar en mi mente todo lo que me había sucedido en las horas anteriores: me vi reflejado en el rostro de una mujer a la que seguí pensando que era mi amor platónico de juventud, que tras unos años había vuelto a mi vida; una encapuchada desconocida me había conducido hasta este lugar, y sin saber porqué, había sido incapaz de oponer resistencia, porque algo extraño me hacía confiar en dicha desconocida; ahora me encontraba en aquél edificio, en la vivienda desde la cual, una mujer inexistente me había invitado a pasar...
Mientras mi cerebro se entretenía buscando una explicación observé, de pura casualidad, porque me había quedado fijamente mirando las ascuas, que allí había un pequeño y brillante objeto. Lo miré con detenimiento y era una llave, muy grande para ser de una vivienda normal. Parecía una llave de un castillo, pero estaba fundiéndose, y me iba a ser imposible cogerla. Sin embargo, en el hueco de la misma, había un cordel metálico anudado, que se deslizaba a través de las ascuas y salía de la hoguera. Continué dicho cordel con la mirada y en su extremo, en el lado opuesto de la hoguera al que yo me encontraba, había un pequeño llavero con una inscripción, que pude leer cuando me levanté y me acerqué a él: " No confíes en la encapuchada; nos veremos en un sitio más seguro, en dos horas; Candice market store; líbrate de ella; quema este llavero"
"Estás aquí, estaba preocupada por tí, que estabas tardando demasiado".Se me heló la sangre al escuchar esa voz. Debido al miedo y los nervios de la situación, no me había percatado que la mujer encapuchada había entrado en el piso "D", donde yo me encontraba. Arrojé rápidamente el llavero a las ascuas. Temblaba de pavor. No tenía ni idea qué debía hacer. No sabía en quien confiar. La mujer encapuchada estaba ya a mi altura, y yo era incapaz de controlar mi nerviosismo.
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